Unas palabras del autor

Game Gear fue mi primera consola portátil y en 2023 me doy cuenta de algo inesperado: es muchísimo mejor de lo que recordaba.

No hago más que pensar en los años locos de tecnología y esfuerzos inimaginables que vivió mi generación gracias a compañías como SEGA. Pero hete aquí que le sucedió lo mismo que a Neo Geo CD, basta que se junten un tonto y un listillo en internet para volver una exageración en mantra.

Dejemos las cosas claras: disponíamos de pilas recargables, power-packs, el transformador de Mega Drive e incluso un enchufe para el mechero del coche, ¿os acordáis? Accesorios, por cierto, incluidos en los packs ofrecidos por tiendas como Centro Mail. Los usuarios de Game Gear estábamos bien servidos y podíamos planear cualquier viaje sin ningún problema. Mis padres no eran, ni mucho menos, dispensadores andantes de pilas desechables.

Que no os cuenten tonterías sobre un catálogo ínfimo. La magia de esta portátil es desconocida para muchos de los que hoy hablan tan osadamente sobre ella. No había nada como meterme debajo de las sábanas totalmente a oscuras, encender mi Game Gear y zambullirme en otros mundos: el verano que terminé Prince of Persia fue uno de los mejores de mi vida.

Esta suerte de Master System portátil era un verdadero pepinazo, tanto por el tamaño de su cuerpo, redondeces (fantástica ergonomía), la presencia y elegancia de su embellecedor curvado, y otros tantos detalles espectaculares. Bromeando con amigos, nos parece la Steam Deck de otro tiempo, un prototipo ancestral.

Un saludo de vuestro compañero Alexei.

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